miércoles, 14 de marzo de 2012

POSTALES DEL FUTURO

El tipo recostó su espalda contra el poste de alumbrado público, de frío cemento luego de haberlo circundado en una observación prolija y detallada al mismo tiempo que levantó su pierna derecha hacia atrás, apoyándola también sin restar parsimonia y rito al movimiento
— No es lo mismo — pensó. Recordando aquellos otros postes de luz de madera rústica de eucalyptus, mientras encendía su pucho. Vicio que le quedó desde joven y le recordaba aquel pasado glorioso por lo que le era imposible abandonarlo. Claro que ya tampoco se saboreaba de la misma manera...
Aspiró hondamente y con su mirada fija en lo que parecía lontananza la depositó en esa vereda prolija donde dos cuadrados igualmente prolijos ahogaban unos hermosos y erguidos simulacros de árboles que frente al tamaño del edificio lucían realmente ridículos. Su mirada se detuvo en la doble puerta de entrada con su vidrio recién limpiado. La puerta estaba cerrada y había como que besar la pared izquierda y por arte de magia, una de las hojas se abría sola y dejaba pasar al individuo, quién se perdía en el interior.
El cigarrillo casi quemándole los dedos le anunció que se había consumido. Sacudió la última ceniza con su clásico gesto de aventarla con su larga uña del meñique.  Lo tiró al suelo, lo pisó con estudiado movimiento de izquierda a derecha y viceversa usando elegantemente la punta de su zapato lo que me permitió reconocer sus polainas, el calzado de un compadre, relucientes y elegantes pese a los años que delataban. Se decidió y cruzó la calle que aún contaba con el empedrado de antaño y se paró exactamente al frente de esa puerta mágica. Miró hacia arriba y sus ojos divisaron cientos de ventanas, todas cerradas y allá al final, el cielo azul como marco donde uno adivinaba que éste era otro hermoso día de sol. El edificio con su altura no permitía que el sol entibiara la calle.
Pese a sus vanos intentos acercándose a la pared izquierda no logró que la puerta se abriera; pero al llegar otros consiguieron el resultado anhelado y con un veloz movimiento se acercó al grupo y penetró en la propiedad.. Sus ojos se abrieron grandes y casi se escapó un sonido que logró reprimir cerrando a tiempo su boca. El ruidoso silencio que aturdía fué lo primero que lo sorprendió. Mirando a todos lados daba la impresión de que ese grandioso y lujoso espacio fuera la razón de su desconcierto.
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Y fué oyendo cada vez más cercano el sonido familiar de alguien que no muy lejos entonaba una canción y las voces de las comadres compitiendo con historias inverosímiles pero llenas de humanidad y alcahuetería.
Ya se enciende el brasero de trípode, petiso y redondo, encopetado por la plancha de acero a la espera del calor para cumplir su cometido de borrar arrugas. El chorro de agua llenando el piletón junto a dos vecinas peleando por ser primeras; a la vez que se enciende ese patio común: jaulas con canarios, flautas entonando alguna copla se amalgaman en ese colorido infierno de la pobreza mientras los rayos del sol comienzan a inundarlo produciendo el regocijo de las enredaderas, los geranios, malvones y alguna que otra rosa.
Y es un vergel cuando el lenguaje copa el espacio; italianos, gallegos, criollos y turcos llenan el aire con sus canzonetas, jotas, milongas orilleras con el suave acopañamiento de guitarras que encienden la gritería del conventillo. Paredes descascaradas, patio desordenado, puerta cancel sin cerraduras,  vecinos que intercambian experiencias... vivencias... En un lenguaje común; el del destierro.
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La casa escupió al tipo dejándolo mareado en el medio de los adoquines que le confirmaban que no todo era un sueño. Se miró las polainas, las repasó con su pañuelo devolviéndoles parte del brillo.
Se enderezó el funyi, encendió otro pucho y se fué alejando con su paso quebrado rimbombante y canfinflero hacia Corrientes y Esmeralda.
Mientras tanto repasaba esta Postal del Futuro en la que ese gigante de vidrio y teconología albergaba el mismo número de personas que antes habitaban el conventillo; eso sí, ahora aislados en pequeños cubículos, sin sol y sin aire. Sin cantor y sin humanidad. Oyendo en los pasillos los carraspeos de la
radiotelefonía y chismorreos estúpidos en los televisores. Las heroínas de los cuentos conventilleros siempre terminaban casándose y siendo felices. Las de los departamentos modernos ya ni falta que les hace!
Y con un gesto que delató el inmenso anillo de piedra sobre sus guantes patito levantó la solapa de su saco y le escuché murmurar:
— Que parvedad de imaginación la del futuro. Los pobres de 1850 éramos pobres pero éramos más felices —
El asfalto del centro desmereció su silbido y su pinta.

Amatista

El era un humilde empleado de correos. Su mayor orgullo era haber empezado desde abajo y en el más modesto de los cargos; mensajero.
En 65 años de trabajo había logrado ascender pero nunca tan alto; es que a él no le interesaba el poder. Dije que era humilde. Aunque con una dignidad que sólo algunos privilegiados suelen tener.
Ella era modista. No se había recibido nunca pero de tanto ayudar en las simples tareas a la mejor costurera del pueblo había adquirido práctica que luego le favoreció para contribuir con ese ingreso a la manutención de la familia.
Se habían conocido justamente gracias a estas actividades. El entregaba correspondencia a la mayor profesional del vestido y en su tarea de aprendiz ella era la encargada de recibir las parcelas.
Pareciera que esa primera entrega por parte del mensajero y el recibir por parte de ella hubiera signado la relación. Rectos como eran jamás tuvieron dudas de que estarían juntos para siempre.
Luego de un tiempo prudencial de noviazgo; el que en aquellos años era necesario guardar para salvaguardar comentarios dudosos que pudieran empañar el respeto hacia la dama, se casaron. Y efectivamente nunca más se separaron. Ni por un trámite, ni por un viaje  ni por una internación; si uno era el enfermo el doctor del pueblo conociéndolos daba autorización a la permanencia del otro en la clínica. Todo el pueblo los respetaba acostumbrados a verlos pasar siempre del brazo, inseparables...
No ejercían poderes ni intentaban sobrepasar a nadie. Siempre entre ellos el mejor de los tratos. Luego venían los demás. Hasta de sus hijos lograron salvar esa intimidad de casal, sin por ello desmerecer atención a los frutos de sus amores.
No tenían recuerdos de una pelea, discusión, disgustos pasajeros. Seguramente los hubo pero ninguno de los dos tenía esa clase de memoria.
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Cuando me contaron esa historia con numerosos detalles asombrosos de AMOR donde la Pasión y la Ilusión no formaron parte del juego tuve curiosidad por conocer más. El falleció a los 86 años tal cual había llegado: Dando. Dando a todos a manos llenas. Por eso ella guardaba de él sólo recuerdos dulces.
Noté en sus manos transparentes y pequeñas un hermoso anillo engarzado en oro con una bella piedra de color rosado. Al ver mi mirada posada en esa joya dijo
— Es una Rosa de Francia. Es bonita, no? — Y acariciándola pareció sumergirse en sus propios pensamientos.
— Al anillo me lo regaló él, que nada sabía de piedras; el que eligió simplemente por el color y nombre: Rosa de Francia—
Volviendo sus ojos hacia mí dijo; — Yo sí sabía algo de piedras... de haber leído nomás...y supe enseguida que Rosa de Francia es una amatista de color lila claro— Y  movió despaciosamente su mano como para hacer relumbrar la piedra.
— ...soy una convencida de que el destino personal siempre nos señala el camino de nuestras decisiones. Y a él lo había llevado a elegir esta gema. Adjudico a esta piedra el efecto calmante y tonificante que pudo ayudarnos a superar nuestros miedos y angustias a través de 60 años de matrimonio. Siendo como és la piedra del tercer ojo por excelencia, lo cual nos permite abrir, limpiar y dejar aflorar todo lo que llevamos dentro—
Y continuó en un monólogo que no me atreví a interrumpir; — La función primordial es la de convertir todo lo negativo en positivo y nos ayuda a ponernos en contacto con las energías más puras y elevadas—
Ella tenía la mirada fija en un punto y su voz se hacía cada vez más tenue e íntima.
— Luego de que cumpliéramos con la creación el sexo pasó a un plano secundario. Yo no tenía mucho interés y el supo comprenderme y dimos por terminado el asunto—
Levantó allí su mirada, la fijó en mí y con una vocecita entre divertida y cómplice agregó:
— Esta piedra, la amatista, tiene la particularidad de ser el símbolo de renuncia a los bienes terrenales y de castidad representando entre dos personas un vínculo inquebrantable... como fué el nuestro. Inmaculado e intachable.

Luego de escuchar esta historia atrevesé diez horas de insomnio antes de poder sentarme a escribir esta historia real de AMOR REAL!

martes, 13 de marzo de 2012

ZAGA

Podríamos haberle llamado Pirata; por su ojo cubierto de pelo negro que resaltaba contra lo blanco del resto de su cuerpo. Chiquita; por su tamaño y más sabiendo que nunca iba a crecer demasiado. En fin, hubo muchos nombres en juego pero hubo uno que por su personalidad le cabía como "anillo al dedo": Zaga.
Sonaba raro ese nombre para un perrito, pero creímos que era el más acertado por la particularidad que mostró desde un principio. Resultó ser una hembrita y Zaga pronto pasó a ser mi talismán.
Siendo yo el que la había encontrado abandonada en el camino al pueblo, según la ley (no sé que ley) me correspondía; ella era mía. Siempre había querido tener un compañero de andanzas y por una cosa u otra no había podido ser. Hasta ese día que encontré este cachorro todo sucio que ni siquiera se sabía de lo blanco que era su pelaje una vez bañado y peinado.
Siendo yo un zagal fuerte, valiente y gallardo que desde niño había tenido a mi cargo el tiro del carruaje que el mayoral me había asignado pues me habia merecido su confianza por mi responsabilidad y madurez. Muchas veces quienes no conocían o recordaban mi nombre se dirigían a mí con el cargo que ejercía: Zagal.
Pero fue la personalidad de mi mascota la que me confirmó que si yo era Zagal, ella sería Zaga.
Una vez que se acostumbró a mi y a la vida de campo pasamos a ser sólo uno.
Tenía una característica por la cual también le correspondía ese nombre. Nunca corría, caminaba, descansaba (y todas las otras... abas) delante mío. Ella siempre a posteriori. Por más que la incitaba a adelantarse ella se mantenía zaguera. Yendo y volviendo del pueblo era común que ocupara su lugar, en la parte de atrás del carro, abajo, trotando, sobre el lado de la rueda izquierda. Y así la gente se fué acostumbrando a que si Zagal estaba al frente, rezagada, a su sombra aparecía Zaga.
Fueron muchos los años que compartimos juntos y ella nunca perdió esa costumbre. De ir a mi retaguardia como si fuera mi sombra.
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Zaga querida, te tengo en mis brazos, inmóvil y no puedo resignarme a perderte. Zaga; si siempre estabas a mi espalda; porque ese día en que caminábamos recogiendo choclos en el maizal te me adelantaste?
Imprevistamente te ví pasar al frente mío y una sombra centelleó y oí tu lamento. Supiste en ese momento que el peligro me acechaba al frente y allí acudiste. Fue tan inaudible el tintinear del cascabel asesino que sólo una perrita por amor a su dueño lo pudo anticipar dejando su eterno lugar de ir siempre a mi zaga.

lunes, 11 de julio de 2011

Marisma

Fue locura pensar que juntos podríamos transitar la vida.
Mi rico y fértil suelo, pleno de sedimentos, de aguas dulces y claras no consideró que tu llegada, con el salitre salvaje no tuviera inherencia en nuestros sueños de un futuro compartido.
Creímos que podríamos igualarnos a una marisma y como ella, amortiguar y minimizar nuestras diferentes corrientes.
Ya lo ves, no fué así. No sirvieron ni tan siquiera las vetas para evitar el naufragio.
Pereció nuestro amor, ahogado.

2008

Derrumbarse

Ya ves, no hicieron falta grandes maquinarias
que tiren
             abajo
convirtiendo en polvo lo que un día fuera
la confianza plena.

Tampoco hicieron falta grandes atropellos
que a mi ser
                  horaden
más hondo y
                 profundo
para que todo tan fácil asole a su paso.

Ni siquiera cataclismos que azoten mi alma
y haya zozobra por fuera y por dentro
desvastando todo lo hasta aquí logrado.
Ni gritos abiertos llenando el espacio.
Tan sólo aquí adentro estallando estaba
el cristal
          de
              mi
                  alma
y las mariposas de ensueño
su vuelo aquietando.

Nada trágico hizo falta para que mi fe cayera
volteando los sueños, quitando esperanza.
Secando mis ojos; incendiando mi alma
y un dolor tan fuerte, tan hondo y tan sordo
que ni creerlo hoy puedo, que con un engaño
           derrumbaras
                             tanto.

Si aquellos que dicen que el tiempo no es nada...
su razón la tienen.
En aquel instante
nuestros
            siete
                  años
                         precipitándose;
                                   ¡ E S T A L L A R O N!

1993

domingo, 22 de mayo de 2011

Plumas

Las pampas las conocieron
cuando en carrera veloz
desafiaban al Pampero
con movimiento atroz.

Al indio de aquellos lares
su cabeza adornó
con larga vincha plumada
al cacique coronó.

Sirvió en pobres vestiduras
y a las ricas embelleció;
las pintaron de colores
y al chárleston engalanó.

De abrigo algunas veces
Otras para abanicar.
La más triste de ellas
grisásea como el polvo
terminó  en plumero raso
para darnos su confort.

Bbne - 2000
    

Polo Sur

Cuando pienso: Polo Sur
           Imagino: Lejanía
                         Soledad
                         Distancia
                         Frío
                         Angustia
                         Aislamiento
                         Desamor

Cuando pienso: Polo Sur
             Añoro: Amigos
                         Tierra
                         Madre
                         Hermanos
                         Amor
                         Cariño
                         Ternura.

Cuando siento mi alma en espacio trastocada soportando migración de
                        Amigo, Lugar y Tiempo.
Cuando cuento (pienso) mis pérdidas;
                        Polo Sur es lo que albergo.

Bbne - 2000